Sastre, un «trabajador honrado»

Calidad, paciencia, laboriosidad. Sastre se inició a los ocho años en la escuela de ciclismo que su padre instauró en El Barraco para apartar a los jóvenes de tentaciones destructivas. Ahora la historia del ciclismo anota una ascensión valiente a Alpe d’Huez en solitario y la defensa sobrada del maillot amarillo en una contrarreloj que favorecía más a sus rivales. Una etapa en la que la mente pragmática y tranquila de un castellano paciente y la capacidad de recuperación le pusieron a salvo del músculo fatigado de Cadel Evans.
Los datos dan muestra de la proverbial regularidad de un corredor que prefiere no marcarse objetivos para librarse de la presión y que siempre dice que su deseo es «disfrutar» del ciclismo.

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